Nos escondimos en la intimidad
que ofrecían las aceras mojadas,
acercándonos al insatisfecho amanecer
de tus balcones cerrados,
oculta en pequeños bosques sin hada,
y ajena a toda gotera en mis tejados.
Yo tan noviembre, tú tan abril.
Eran las cuatro y nos faltaba papel,
la noche era larga, las arenas movedizas.
Las aceras inundadas.
Yo tan Ulises, tú tan Aquiles
Inhalamos humo y síndrome del día después,
Simulando abrir tus balcones y tapiar mis tejados
en el asiento trasero del coche
con todo el vaho ya derramado.
Tú tan idílica, yo tan escéptica.
Tú tan lluvia, yo tan cristal.